
preguntó en su perjuicio social si le sería señalado como sodomita,
quizo asesorarse de que sus pretenciones no fueran consideradas como mundanas y de bajo prestigio,
se encontró en el camino con un hada de color blanco que llevaba en el pecho esa simbólica banderita moralista de la costumbre, a ella le contó su vida, su posible encuentro y ese raro o no tan raro y si alucinado presente,
todas las palabras que desprendían sus cuestionamientos nunca desmintieron la necesidad de la liberación desgarradora que evita la piel y se saborea las entrañas, de esa tan cierta palabra que se nombra en los discursos archivados, no se prohibió tal pretención, no se perdía color en tan bello puerto en Ararat, seguía una doble fachada, egocéntrica de los humanos, pero fué unánime la desición de robar los miedos para calcinarlos con los peyorativos esclavizantes..
kIsKa
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